sábado, 9 de abril de 2016

Buscando una luna



¿Qué tendrá la luna para que los perros y los lobos la aúllen? ¿Qué tendrá para que los hombres la anhelen? Unos y otros, cuando el sol se acuesta, la buscan, cada uno a su modo, y Robe, cantante de Extremoduro, no es menos. La requiere en las noches de “echar de menos”, aquellas en las que el recuerdo de la mujer a la que quiere emerge en los vasos de los bares. ¿Pero quién es él? Robe es escena seca, tosca y polvorienta, Robe es el paisaje castellano de Machado. Y quien haya mirado con ojos atentos los agrios campos, percibirá la nostalgia y  la dureza del paisaje, muchas veces inherente al carácter de sus enraizados paisanos. El de Extremo es algo austero en sus formas y reconoce dentro de él, como deberíamos reconocer todos, la sombra de Caín. No somos perfectos y a veces el egoísmo nos ciega. Somos muchas veces áspero paisaje castellano sin saberlo, sin pretenderlo... pero quien lo ha probado, Machado se embriagó de él, no puede evitar sentir un apego extraño e infinito. No obstante, seguiremos buscando lunas o soles que nos alumbren el camino... Y como dijo un profesor que tuve "¡Vaya cielo el castellano, tan despejado y limpio”, y no se refería a la Mancha o a Castilla y León como los conocemos hoy, si no a algo mucho más amplio,  al legado. Al cielo que alumbra los despojos de un pasado que nos empeñamos en tildar de glorioso. Él siempre citaba un verso. Decía que estaba hecho para ese cielo: “La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros a lo lejos”, astros entre los que luce coqueta la luna, arriba, muy digna en ese cielo que como decía Delibes si era tan alto era “porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo”. Así que Robe es despojo extremeño teñido de cielo que busca su luna en la noche, y un poco ese hombre “de ojos astutos, hundidos, recelosos y movibles”, pero orgulloso.

Retrato de Robe Iniesta

Dejo aquí la letra de la canción a la que me refiero en el texto y a continuación de ella, el poema de Machado del que el cantante de Extremoduro se ha nutrido.


Buscando una luna
Salgo a pasear por dentro de mí veo paisajes que de un libro 
de memoria aprendí: 
"llanuras bélicas y páramos de asceta
- no fue por estos campos el bíblico jardín -;
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.

Bajé las escaleras, sí, de dos en dos, 
perdí al bajar el norte y la respiración; 
¿y por las noches qué harás? 
Las paso descosiendo, aquí hay un arco por tensar. 
¡Que yo me acuerdo en todavía cuando te besaba! 
¡La cago, vuelvo a tiritar! 
¡Si tú no te juraras siempre que yo te faltaba! 
¡A veces todo es tan normal! 
Y hago colas sin parar 
en la puerta de algún bar 
yo to borracho consumo las horas 
mientras encuentro alguna luna que ande sola. 
¡Que yo me acuerdo en todavía cuando te besaba! 
¡La cago, vuelvo a tiritar! 
¡Qué no, que ha sido un momentito sólo de bajada! 
¡Que aquí no pasa nada! 

Por tierras de España
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
      Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
      Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
      Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
      Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
      Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
      El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.
      Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.


Buscamos lunas, buscamos soles, pero siempre arraigados a la tierra tosca, salvaje y dura.


7 comentarios:

  1. Muy poético. Un rodeo en el que la definición de la tierra que nos rodea queda tintada de un gran orgullo y cariño =)

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    1. Muchas gracias! Castellanas, algo secas pero orgullosas de ello :)

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  2. Castellanas... Algunos no saben lo que se pierden.
    Una entrada muy poética e interesante.
    Un abrazo :)

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  3. Siempre dicen que somos unos secos, como si fuera algo propio y único de las gentes de las Castillas, pero el legado castellano llega mucho más allá jaja

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Irene muy profundo y denso,no se si los castellanos seremos así.

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