lunes, 18 de abril de 2016

Nuestra nación


¿Es nuestra nación España? ¿Acaso es es país donde habitamos? Quizás se trate de algo más abstracto, más bonito que aquello que deriva en los sucios nacionalismos que nos llevan a las guerras, incluso mucho más poderoso que un pedazo de tierra en el que caernos  muertos. Pueden ser pequeñas cosas que chocan con la idea de la gran nación que se ha tenido tradicionalmente. Como dice la Raíz, nuestra nación podría ser esa caja de zapatos donde guardamos cartas que nos escribimos, sí, ese trozo de cartón raído y viejo donde viven apresados los sueños adolescentes de cuando el mundo estaba en nuestra contra, ese rincón que desde la distancia nos hacía sentir cerca a una persona a miles de kilómetros. Nuestra nación puede ser aquella canción que sonó en el momento preciso junto a los “colegas” y que cuando vuelve a hacerlo tiempo después en la quietud de cualquier lugar, nos hace recordar un momento de euforia absoluta, pero sobre todo, nuestra nación puede ser el legado: Cervantes y su loco Don Quijote. Lo cierto es que esto puede sonar a tópico, a lo que todo el mundo en las altas esferas de la cultura dice, pero quien tenga tiempo y curiosidad, fuera de las imposiciones de las aulas de literatura, os invito a que poséis los ojos en las páginas de esta novela, porque os encontraréis con que el mundo, por suerte o por desgracia, aun no lo sé, no ha cambiado tanto. Deberemos intercambiar los molinos de viento de la Mancha por molinos eólicos modernos, y las posadas por los bares, pero no mucho más. En cuanto a las personas, no se diferencian tanto de nosotros, seguimos siendo igual de pícaros... Así que dentro de ese elenco creo que debemos reparar un poquito en ese Sancho, escudero fiel de un ideal absurdo, demente, pero justo. Soñamos como él con esa ínsula llena de riquezas, o como diría la Raíz, con esa isla más justa. ¿Y qué me decís de Dulcinea, esa aldeana fea a la que Don Quijote veía hermosa? ¿No nos ha pasado a todos eso alguna vez cuando la bebida nos nubla? Casi, casi igual. Pero nuestra nación, además de todo esto, son los libros. Todos los que quemaron y los que no. Son aquellos de los que nos intentan despojar para que no soñemos y los que nos quieren imponer en la escuela, los que viven olvidados y llenos de polvo en cualquier estantería, los que tienen roto el lomo de tanto ser leídos, los que huelen a nuevo y los subrayados... son todos y cada uno de ellos. ¡Ay! y que no se me olvide,  nuestra nación es un decorado de cartones y pintura, como diría Calderón “El gran teatro mundo”. Nuestra nación puede ser tan amplia que jamás acabaríamos. Os dejo aquí la letra de la Raíz con muchas más ideas de las que aquí he recogido.  Esta es su nación, pero también puede ser la nuestra.


Nuestra nación
Nuestra nación es una caja de zapatos, 
donde guardamos cartas que nos escribimos. 
Nuestra nación, es una canción en el delirio de una noche con amigos. 
Nuestra nación es la imaginación, escupir la rabia que pudre mi corazón. 
Nuestra nación es levantar el puño, gritar al cielo con dignidad y orgullo. 

Y viendo que esta vida no es larga, seremos niños detrás de las barbas. 
Y viendo que no se salva ni uno, nuestra cordura arderá con el humo. 
Y viendo que esta selva me asusta, he imaginado una isla más justa. 
Y viendo que, sentimos que somos fieles escuderos de aquel caballero. 

Nuestra nación es la otra cara de la luna, donde escondimos las guerras y las armas. 
Nuestra nación es la literatura y esa locura del hidalgo de la Mancha. 
Nuestra nación es inventar el camino. 
Nuestra nación es caer y levantarse. 
Nuestra nación es saber que vivimos con la mirada siempre fija hacia adelante. 

Y viendo que esta vida no es larga, seremos niños detrás de las barbas. 
Y viendo que no se salva ni uno, nuestra cordura arderá con el humo. 
Y viendo que esta selva me asusta, he imaginado una isla más justa. 
Y viendo que, sentimos que somos fieles escuderos de aquel caballero. 

Soñaremos con mil Dulcineas en barras de bares de cada región. 
Y aunque quemen los libros no quemaran nuestra canción, de mil Dulcineas y barras de bares de cada región, y aunque quemen los libros. 

No sale el sol, no sale la luna, todo es un decorado de cartones y pintura. 
Dicen los de arriba hay una cura para todos, dicen los de abajo yo prefiero seguir loco. 
Roto el espejo, se ha roto al ver el reflejo de un niño tan viejo. 
Por poco me dejo la voz en el último grito. 

Somos fieles escuderos de aquel caballero. 
Soñaremos con mil Dulcineas en barras de bares de cada región. 
Y aunque quemen los libros no quemaran nuestra canción, de mil Dulcineas y barras de bares de cada región, y aun que quemen los libros.
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