Hablemos de
Marcos Ana. Pero lejos de sus actos y cerca de su obra. Dejemos de lado al asesino
que algunos que tapan sus ojos ante crímenes más atroces ven, y por otro, al
héroe que aclaman otros sin ser capaces de ver que ese “héroe” mató a tres
hombres. Víctima o verdugo, qué más da, este hombre fue poeta y percibió el
mundo de ese modo en qué solo ellos saben hacerlo.
Veremos en
este caso uno de sus poemas, en concreto, uno que compuso cuando estuvo cautivo
en la cárcel de Burgos. En él habla de la libertad y de la falta de ella. Fueron numerosos los poemas que se escribieron en prisión durante la guerra Civil Española,
pero este en particular, con su sencillez y claridad nos traslada a ese “patio
cuadrado donde giran los hombres sin espacio”. Nos invita a pensar en nuestras
prisiones cotidianas: el miedo, el asfalto duro y abrasador, la soledad... y
sin proponérnoslo nos hace desear ese espacio libre, donde hay árboles y
océanos. Queremos viajar, pero estamos aprisionados sin remedio. Como él. Como
todos.
En cuanto a
la canción en la que está inserto, podemos decir que goza de un gran lirismo.
Nos transmite el dolor de la tortura, el aislamiento, ese mirar constante desde
el otro lado, y lo hace de una manera bonita, de tal forma que entristece. El
acto es terrible, y contado así nos repliega hasta el lugar donde escondemos la
tristeza para que no salga. Poncho K canta a la vida esperanzada dentro de la
prisión, al dolor de ser torturado, al temor que infunde el carcelero... y
finalmente nos deja en brazos de la voz, ya vetusta, de Marcos Ana, quien nos
recita los primeros versos de aquello que vivió.
La canción de Poncho K:
El ojo en el ladrillo
El ojo en el ladrillo
Tengo el ojo en el ladrillo,
estoy recopilando estrellas,
con un papel y un cepillo,
me he hecho un barco de ala esbelta,
se escapa del nido, me llevan los sueños,
me arranca prisión.
Los gritos de la tortura
están colmando acequias,
linternas de batallones,
se agrandan por un pasillo
que me duele en todas partes
no sé andar por este filo.
Me arañan 100.000 navajas,
me cala profunda la despedida,
el horror va de puntillas,
se antoja macabra la suerte,
se escapa del nido, me sueña la muerte,
me agarra prisión.
Los gritos de la tortura
están colmando acequias,
linternas de batallones,
se agrandan por un pasillo
que me duele en todas partes
no sé andar por este filo.
Los gritos de la tortura
están colmando acequias,
linternas de batallones,
se agrandan por un pasillo
que me duele en todas partes
no sé andar por este filo.
Los dientes de una ballesta
me están clavando el vuelo.
Los dientes de una ballesta
me están clavando el vuelo.
Mi corazón es patria,
la tierra no es redonda,
es un patio cuadrado,
donde los hombres giran bajo un cielo de estaño,
soñé que el mundo era un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos en paz,
con trigo y besos,
con ríos, montes, y anchos mares donde navegan
corazones y barcos,
pero el mundo es un patio,
un patio donde giran los hombres sin espacio...
estoy recopilando estrellas,
con un papel y un cepillo,
me he hecho un barco de ala esbelta,
se escapa del nido, me llevan los sueños,
me arranca prisión.
Los gritos de la tortura
están colmando acequias,
linternas de batallones,
se agrandan por un pasillo
que me duele en todas partes
no sé andar por este filo.
Me arañan 100.000 navajas,
me cala profunda la despedida,
el horror va de puntillas,
se antoja macabra la suerte,
se escapa del nido, me sueña la muerte,
me agarra prisión.
Los gritos de la tortura
están colmando acequias,
linternas de batallones,
se agrandan por un pasillo
que me duele en todas partes
no sé andar por este filo.
Los gritos de la tortura
están colmando acequias,
linternas de batallones,
se agrandan por un pasillo
que me duele en todas partes
no sé andar por este filo.
Los dientes de una ballesta
me están clavando el vuelo.
Los dientes de una ballesta
me están clavando el vuelo.
Mi corazón es patria,
la tierra no es redonda,
es un patio cuadrado,
donde los hombres giran bajo un cielo de estaño,
soñé que el mundo era un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos en paz,
con trigo y besos,
con ríos, montes, y anchos mares donde navegan
corazones y barcos,
pero el mundo es un patio,
un patio donde giran los hombres sin espacio...
El poema de Marcos Ana:
“Mi corazón es patio”
A María Teresa León
La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
Pero el mundo es un patio
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio)
A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
y entonces, digo: “El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando”.
Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.
“Es la vida”, me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho…
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
Pero el mundo es un patio
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio)
A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
y entonces, digo: “El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando”.
Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.
“Es la vida”, me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho…
Pero soñar es despierto
(mi reja es el costado
de un sueño
que da al campo)
(mi reja es el costado
de un sueño
que da al campo)
Amanezco, y ya todo
—fuera del sueño— es patio:
un patio donde giran
los hombres sin espacio.
—fuera del sueño— es patio:
un patio donde giran
los hombres sin espacio.
¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
—fuera del sueño— es patio.
(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos).
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
—fuera del sueño— es patio.
(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos).
Ya ni el sueño me lleva
hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo,
—hasta en el sueño— es patio.
hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo,
—hasta en el sueño— es patio.
Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin descanso)
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin descanso)
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